Una vez más la marea me arrastraba con fuerza mar adentro
hasta perderme en mí misma, así como la esperanza y las ganas.
Más que harta de tender la mano a cualquiera
y apenas sin fuerzas para escapar
del remolino de mierda y pensamientos
que se avecinaba.
Como la mano alentadora que siempre intenté ser, fui, y no recibí,
apareciste tú, sin más.
Y estoy consiguiendo escapar.
Porque me sacas a flote.
Gracias.
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