Desconocidos, conocidos, amigos, mejores amigos, algo más que amigos.
No es difícil tener conocidos, de hecho, todos los tenemos. De clase, de amigos en común, de todo. Ahora bien, llega algo más difícil: tener un amigo. Tener un amigo no consiste sólo en que sea una persona que ves diariamente, con la que hablas de los deberes o de cualquier chorrada. No, consiste en hablar con esa persona de cualquier cosa, para bien, para mal. Aunque no la veas diariamente, o dejes de hablarle un tiempo, que sepas que siempre vas a poder hablar con ella. Que puedes volver a casa cuando te plazca, sabiendo que vas a tener una cama donde dormir. Un mejor o buen amigo, además de todo eso, también va a preocuparse siempre por lo que te pasa, va a poner su interés en ti, te va a proteger, defender, lo que esté en su mano con tal de hacerte feliz, porque eres algo esencial en su vida. Es muy difícil llegar a saber si realmente tienes un buen amigo o simplemente es un conocido, pero, como con todo, la vida te abre los ojos ante cualquier duda o situación.
Es curioso ver cómo un desconocido se vuelve tu mejor amigo en unos cuantos meses.
También es curioso cómo puede pasar de ser eso, o algo más, a ser nada.
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