Amar cada vez está más
infravalorado
y hacemos que su sentido cambie
drásticamente.
Amar no es
dejarse comer,
que no te dejen respirar,
abrirse de piernas,
que te controlen,
que pasen de ti
y mil cosas más
que parecen estar
(tristemente)
aceptadas.
Amar es
querer comerte a alguien
cada vez que le ves,
que te quiten el aire
a besos,
abrir tu alma y
hacer que sea vulnerable,
que se preocupen,
que te dejen libertad
y mil cosas más
que parecen estar
(tristemente)
olvidadas.
Amar es quitarte las penas
con un beso en la frente
y abrazarte contra mi pecho
hasta que llores, si es necesario,
y puedas dormir tranquilo.
En resumen,
aquí el malo
no es el amor
ni aquel que espera,
sino vosotros, aquellos
que maquilláis con ese nombre
a algo que no lo es.
Esté donde esté el amor,
debe estar asqueado
por cómo le hacéis quedar.
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