Una vez que tu corazón recibe ese choque, de improvisto y con un eco metálico,
como un accidente de coche, inevitable en cierta parte,
no puede volver a ser lo que era,
se pierden partes
irrecuperables.
La cosa es que, en un accidente de coche
salen dañadas las dos partes,
pero, en este choque,
tiende a perder
sólo una.
Aún resuena fuerte en mi cabeza
ese estúpido eco metálico
que he mencionado;
ojalá pudiera
hacerlo
callar.
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