Fuera llueve. Tú estás en casa, con una manta. Te sientes a gusto. Te asomas a la ventana y ves a la gente mojándose, corriendo para evitar la lluvia, intentando huir. Y eso te hace sentir más cómodo. Ellos se mojan, tú no. Más tarde, cuando deja de llover, sales a la calle. Hueles el asfalto mojado, los restos de la tormenta. Ya no llueve... Pero cuidado, aún te puedes resbalar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario