Todo consiste en no aparentar. Ser siempre un libro sobre el mismo tema. Un libro con la misma portada, y cada vez más contenido. Con historias aburridas y no tanto. Ser un libro al que no le cambian la pasta y que sólo unos pocos, a base de esfuerzo, consiguen leer. Hay libros completamente pesados, se tardan incluso años en leer, que tienen historias muy tristes o simplemente historias que sólo se busca que unos pocos atrevidos conozcan. Por otra parte, hay libros tan ligeros que se leen en poco tiempo, y esos no suelen ser de muy buena calidad porque, ¿qué interés hay en leer un libro tan rápido? Alguno, seguro. Si no, ¿para qué es tan ligero? ¿Qué hay ahí de emocionante?
Al cabo de un tiempo, siempre vas a tener un libro favorito (o más de uno) porque su historia, entre unas cosas y otras, te ha gustado más, ha conseguido engancharte más, hacerte sentir más a gusto. Y así es como ese libro continúa escribiéndose, y tú tomas parte en él. Muchas veces participarás en más de uno a la vez, de cameo, de personaje secundario, de bueno, de malo o, incluso de segundo protagonista. Esos libros siempre están escritos con tinta, ese tipo de tinta que nunca se puede borrar. A veces desearías borrar cosas, otras veces escribirlas sin parar, pero tú, sin duda, no mandas. Al menos, no del todo. Nadie manda. Se escriben continuamente, sin parar; cada segundo que pasa, ese libro adquiere una nueva letra, palabra, frase, párrafo, página, capítulo. Y así pasa el tiempo, poco a poco, mucho a mucho. Algunos capítulos serán finos y aburridos, otros serán de muchas páginas y entretenidos. Te harán reir, llorar, pensar, soñar. Comedia, drama, aventura. Es completamente un popurrí. Finales felices, finales de mierda, no finales.
-A veces, es bueno releer tu propio libro.
Otras veces, no.-
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