Después de poco más de una hora de viaje, nos encontrábamos allí. Estábamos en una pequeña plaza rodeada por una verja a modo de pentagrama; con sus corcheas, semicorcheas, redondas, silencios. Quedaban varias horas para que comenzara el espectáculo, así que decidimos sentarnos y esperar. Hacer lo típico con tus compañeros de clase; pasar el rato, hablar, lloriquear, reír, cantar, sonreír, contar tus cosas, despreocuparte, hacer el tonto, llorar... Hasta que poco a poco se convierten en amigos.
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